León, 21 de octubre de 2020
Queridos diocesanos:
En el día de la fecha se hace pública la aceptación de mi renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de León en virtud del canon 401,1 del Código de Derecho Canónico, presentada a Su Santidad el Papa Francisco, así como la designación de mi sucesor en esta diócesis en la persona de S.E.R. Mons. Luis Angel de las Heras, CMF, obispo de Mondoñedo-Ferrol, según comunicación oficial de la Nunciatura Apostólica N. 1.701/20 del pasado día 5 de octubre.
Con este motivo me cabe el honor y la satisfacción de manifestar, en primer término, mi gratitud hacia Su Santidad el Papa Francisco, así como al Excelentísimo Señor Nuncio Apostólico en España, S.E.R. Bernardito Auza, al haber sido aceptada mi petición y al haberse resuelto en tan breve tiempo la designación de mi sucesor en la diócesis. No olvido tampoco que fui nombrado obispo, de Ciudad Rodrigo en 1994 y de León en 2002, por el papa San Juan Pablo II al que me encomiendo a la vez que invoco la intercesión de la Santísima Virgen del Camino y de San Froilán para esta nueva etapa de mi vida y ministerio.
Efectivamente y como expresión de fidelidad y obediencia hacia el Sucesor de Pedro, presenté mi renuncia según el canon 401,1 en abril pasado al cumplir los 75 años. Ahora la hago pública aceptando sincera y gratamente el oficio canónico de Administrador Apostólico de la diócesis de León, que ha de prolongarse hasta la toma de posesión del nuevo Obispo.
Comprenderéis que en estos momentos se agolpan en mi memoria infinidad de recuerdos y de vivencias junto a todos vosotros, los fieles cristianos miembros del pueblo de Dios de las parroquias y de las asociaciones laicales de la diócesis, los sacerdotes y diáconos, los miembros de los Institutos de Vida Consagrada, los alumnos de nuestros Seminarios de San Froilán y Redemptoris Mater “Virgen del Camino”, los niños y niñas, los jóvenes, los adultos y las personas mayores y los enfermos. Quiero también expresar mi gratitud a las autoridades y representantes de las instituciones civiles, militares y culturales de la capital y provincia de León y de la comunidad autónoma por la colaboración que prestan a nuestra Iglesia diocesana y por las atenciones que han tenido conmigo.
Tengo presentes también en mi afectuoso recuerdo a los leoneses, ellos y ellas, que por razones de trabajo o de otra índole se encuentran lejos de su tierra. Mi recuerdo y mi afecto quieren hacerse especialmente cercanos a los enfermos, particularmente a los afectados por la pandemia del COVID-19; a quienes están en el paro, a los niños y jóvenes, a los mayores que van quedando en nuestros pueblos y en la capital.
“León es mucho León”, decía mi padre en los años en que vivió y disfrutó aquí gracias a Dios y a los amigos que hizo. Lo mismo pienso yo, fijándome no solo en la Santa Iglesia Catedral, tan celebrada y admirada, sino también y muy especialmente en las piedras vivas, es decir, en todos vosotros. La Real Colegiata de San Isidoro con su culto eucarístico permanente y la hoy Basílica y santuario de la “Reina y Madre del pueblo leonés” encabezan también el conjunto de iglesias parroquiales y conventuales y las incontables ermitas diseminadas por toda la diócesis.
Una de mis mayores satisfacciones en León ha sido la Visita pastoral a las parroquias, que he realizado completa dos veces. He terminado la segunda el pasado domingo, 18 de octubre, visitando el pueblo de Roales de Campos, que es un enclave de la provincia de Valladolid en la comarca zamorana de Tierra de Campos pero que forma parte de la diócesis de León. En mi agenda y en el Boletín Oficial del Obispado de León y, por supuesto, en los libros parroquiales de todas y cada una de las parroquias, figuran las referencias a las visitas pastorales realizadas. No quiero dejar de recordar a los misioneros leoneses, ellos y ellas, repartidos por todo el mundo. Entre mis recuerdos más gratos de estos años está la participación en Lima (Perú) en los actos del IV Centenario de la muerte Santo Toribio de Mogrovejo, el Patrono del Episcopado Latinoamericano (año 2006).
Cuando contemplo los tomos del Boletín de la Diócesis de León correspondientes a los años de mi ministerio pastoral -el primero corresponde al año 2002 debiendo completarse aún el de 2020- no puedo por menos de experimentar sentimientos encontrados: el asombro ante el itinerario de la Iglesia local y su reflejo en proyectos y cartas pastorales, estudios, crónicas diocesanas, etc.; y la preocupación ante la realidad religiosa diocesana, parroquial y de los grupos y movimientos, muy condicionada hoy por factores sociológicos y culturales. Pero detrás de lo que se percibe se va realizando otra historia, o mejor dicho, la intrahistoria real pero asequible solamente a la mirada de la fe y de la esperanza.
Queridos diocesanos: Al llegar a este punto de la carta me doy cuenta de que me he salido del propósito inicial que era dar las gracias sencillamente y pedir comprensión y perdón por mis fallos. He pasado de la confidencia de la intrahistoria al terreno de la memoria y de los hechos externos. Espero que me disculpéis y que recéis por mí pues lo necesito. Invoco sobre todos la bendición del Señor y la protección de la Reina y Madre del pueblo leonés.
+Julián, Obispo de León
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